domingo, 18 de abril de 2021

La desconocida vida de Josep, un veterano del mundo de la construcción.

 


Imagen: https://www.pinterest.es/pin/528680443762633957/

18 abril 2021

"Yo no sabía cómo volver, Enrique, puse mis ojos en aquel vendaval humano, un torbellino de fuerza inenarrable ... una mujer inexplicablemente fuerte, bella, eficaz ... y deseablemente fértil. La amé cómo no lo había hecho con nadie en toda mi vida. Murió de una enfermedad indescifrable dejándome dos hijos y a sus ancianos padres conmigo, pues no tenían donde ir. No pensé en volver a España hasta que ella se fue, allí no tengo nada, he vuelto para no marcharme ... pero me los traigo a todos ... además ...".

Uno más de aquellos hoy viejos veteranos de las obras de la División de Obras en el Exterior de cualquier empresa Constructora de la época, Josep, joven ingeniero entonces, se marchó a construir unas importantes obras hidráulicas en Perú,  en Arequipa, en los 80. Tras tres años de duras experiencias y pocos viajes de retorno, conoció a una maravillosa peruanita que lo conquistó mientras trabajaban juntos en esas obras. De la amistad se pasó al compañerismo profundo y de ahí al amor irrefrenable. Josep, cuando se marchó al Perú,  dejó mujer y un hijo en Barcelona de los que no supo nunca nada más pues ella, la mujer de Josep se fue a vivir con sus padres a Salzburgo cuando ella se enteró por la empresa de Josep que éste había decidido dejar la empresa y que allí, en Arequipa, tenía otra vida.

El además con que he terminado la, más o menos exacta cita de lo que me contó ayer Josep en el Ateneo de los veteranos del carril constructor, era que su hijo, (el de Josep), muerta su madre, se vino a España a ejercer de guía turístico en la Costa Levantina ... en Benidorm y desde ahí, hace un año, localizó a su padre en el Perú con la ayuda de antiguos compañeros de él, de Josep, y le dijo que lo quería conocer.

Josep me lo contaba emocionado, iba a conocer a su primer hijo y que soñaba con tenerlos a todos, a los tres muy cerca de él.  Busca casa en la Costa para ver de cerca la felicidad que perdió hace muchos años. Sus dos peruanitos están cerca de los 30 y sus suegros de los 90, pero él cree que aún tiene tiempo de ser feliz y de hacerlos felices a todos ellos. Su economía es boyante y su salud es buena, es joven - solo tiene 69 - y muchas ganas de volver a serlo, de ser feliz ... y mucho más ... de ejercer de abuelo, pues se acaba de enterar de que que lo es ... aunque ese nietecito apenas hable español.

El mundo de las obras, de los viajes, de la aventura ... ¡¡¡qué mundo!!! ... ¿Verdad?  ... ¿Valió la pena ... Josep?


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3 comentarios:

  1. La vida tiene cosas muy locas y nosotros somos artífices de muchas de esas locuras..
    No se en verdad si esos lazos que nunca existieron pueden ser muy fuertes en determinada edad de la vida..pero con probar no pasa nada si desde ambos lugares existe ese deseo.. Y sobre la pregunta final.. Si fue feliz y es feliz...supongo que si.. Besos de domingo Enrique!!

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    1. Cierto, Eli, nada de qué arrepentirse. No sirve de nada hacerlo, bueno, rectificar, endulzar, reconvenir, comprender ese momento en el que fuimos irresponsables, eso sí. Equivocarse es un derecho que incluso manejan los Dioses o el Dios de cada uno. El tercer y el que esta pandemia se cebe en aquellos que menos pueden defenderse, es una prueba. Por tanto, y yo que soy muy futbolero, diré que lo de equivocarse está bien, toques de atención, alguna tarjeta amarilla y hasta alguna tarjeta roja, son humanas. Fíjate que eso le sucede hasta el mismo Messi.
      Estoy contigo, seguro que valió la pena.

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